Más que un virus: mujeres, riesgos y desigualdades durante la covid-19
La pandemia de covid-19 transformó la vida cotidiana de millones de personas en el mundo, pero sus efectos no fueron iguales para todos y todas. Un estudio realizado en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) exploró cómo las mujeres de distintas clases sociales del estado de Sonora percibieron y gestionaron el riesgo ante la covid-19, y cómo redefinieron sus prácticas del estilo de vida saludable en medio de la crisis sanitaria.
El trabajo se basó en el marco de las teorías socioculturales de la percepción del riesgo y se exploraron aspectos clave a través de entrevistas semiestructuradas.
Entre los principales hallazgos se encontró que las mujeres del estudio reconocieron el riesgo de la covid-19 tanto a nivel físico como emocional y social, aunado a una diversidad de concepciones sobre su origen. Asimismo, se descubrió que las mujeres de clases sociales altas tuvieron más recursos para implementar medidas preventivas, como el aislamiento social, mientras que las mujeres de clases bajas enfrentaron mayores desafíos debido a sus condiciones laborales y económicas. Muchas de ellas dependían de trabajos informales o esenciales que incrementaban su percepción de riesgo al sentirse más expuestas al virus y con menos herramientas para protegerse.
En cuanto a la gestión de la pandemia, las participantes en el estudio compartieron que los medios de comunicación jugaron un papel crucial, ya que, aunque fueron una fuente clave para difundir información sobre los cuidados y el control, también generaron percepciones de miedo e incertidumbre. De igual manera, la pandemia modificó la percepción en cuanto a la vida misma, al cuidado de la salud y al bienestar de las personas por la situación de riesgo que se vivía.
Para muchas mujeres, la pandemia fue un evento que vino a trastocar su vida en todos los aspectos y puso en cuestionamiento su salud y estilo de vida. En este sentido, por las condiciones mismas del confinamiento y el tiempo compartido en el hogar, algunas mujeres adoptaron y adaptaron ciertas prácticas como realizar actividad física en casa y preparar comidas saludables para su familia, motivadas por el hecho de mitigar el riesgo al contagio y, peor aún, por el miedo a morir.
Sin embargo, con el retorno a la normalidad, estas prácticas fueron difíciles de mantener para la mayoría de las mujeres debido a las exigencias de la vida cotidiana y la falta de tiempo. Esto pone en evidencia las barreras estructurales que limitan la sostenibilidad de un estilo de vida saludable en ciertos grupos sociales; asociado con la disminución en la preocupación y motivación por el cuidado de la salud tras haber sido contagiadas y no haber experimentado un cuadro grave de enfermedad.
Desigualdades
Otro aspecto importante a considerar fue que durante la pandemia las tareas de cuidado de las y los hijos y de la familia, así como del trabajo doméstico aumentaron significativamente para las mujeres. Esta triple carga laboral exacerbó el estrés en ellas y redujo las oportunidades de autocuidado, afectando negativamente su bienestar integral. Asimismo, les generó incertidumbre y miedo por el riesgo de enfrentarse a nuevos eventos de esta naturaleza.
Este estudio revela una diversidad de percepciones y significados sobre el riesgo que implicaba una pandemia de este tipo y el origen del virus, mismas que fueron construidas a partir de la clase social y el género, pero también de las experiencias personales, creencias, juicios y la información recibida. Reconocer que el riesgo no se percibe ni se gestiona de la misma manera para todas las personas ni grupos sociales permite avanzar hacia estrategias más inclusivas y equitativas.
Por lo anterior, es imperativo considerar las desigualdades de género y de clase en el diseño de políticas públicas para la gestión de crisis sanitarias de esta naturaleza. Asimismo, esta investigación contribuyó a visibilizar las formas en que las desigualdades estructurales y de clase moldean las experiencias de las mujeres frente a situaciones de riesgo. Este conocimiento es un paso clave hacia la construcción de una sociedad más justa y resiliente.
Autoras: Marisol Grijalva Castro, egresada del Doctorado en Desarrollo Regional, y Juana María Meléndez Torres, profesora investigadora de la Coordinación de Desarrollo Regional del CIAD.