Los bioinsumos comunitarios: herramienta clave para la transición agroecológica
Los bioinsumos comunitarios se han convertido en una herramienta fundamental para enfrentar los desafíos ambientales, económicos y sociales derivados de la agricultura convencional. Desarrollados y utilizados por agricultura de pequeña escala de producción, principalmente en comunidades rurales, estos bioinsumos son productos que se elaboran a partir del procesamiento de material vegetal y de multiplicación de microorganismos benéficos (Sader, 2024) y se usan como fertilizantes mineralizados, plaguicidas, compostas, mejoras orgánicas para suelos, microorganismos benéficos, inoculantes microbianos y otros preparados biológicos elaborados con técnicas que se desprenden de conocimientos tradicionales. Su uso se encuentra en expansión tanto en México como a nivel internacional, impulsado por políticas públicas para fomentar su uso en los sistemas de producción agrícola, siendo cada vez más valorados en el marco de la transición agroecológica.
Uno de sus principales beneficios es mejorar la fertilidad del suelo con una consecuente mejora en el incremento en los rendimientos agrícolas, minimizando el impacto ambiental. A través de la acción de diversos grupos microbianos —como bacterias fijadoras de nitrógeno, solubilizadoras de fósforo, rizobacterias promotoras del crecimiento (PGPR) y hongos micorrízicos— estos bioinsumos mejoran la fertilidad, la estructura del suelo, la disponibilidad de nutrientes y la biodiversidad microbiana (Chávez-Díaz et al., 2020).
Las bacterias fijadoras de nitrógeno, como las de los géneros Rhizobium, Azospirillum y Azotobacter, incorporan nitrógeno atmosférico al suelo; productoras de sideróforos quelantes del hierro, reducen o eliminan la necesidad de fertilizantes. Por su parte, bacterias solubilizadoras como Bacillus y Pseudomonas movilizan fósforo insoluble, poniéndolo a disposición de las plantas. Estas acciones no solo mejoran el rendimiento agrícola, sino que también restauran ciclos biogeoquímicos alterados por el manejo convencional.
Asimismo, las PGPR como Enterobacter, Serratia y Burkholderia favorecen la absorción de nutrientes, estimulan el desarrollo radicular y producen fitohormonas, fortaleciendo la resiliencia de los cultivos frente al estrés abiótico y biótico (Kumar et al., 2015). De igual forma, los hongos micorrízicos arbusculares como Glomus y Acaulospora establecen asociaciones simbióticas con las raíces, mejorando la absorción de agua y nutrientes y aumentando la tolerancia a condiciones adversas. Estos microorganismos han sido identificados en suelos de parcelas de maíz en transición agroecológica en 14 regiones productoras del país, como parte del proyecto Faros Agroecológicos del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), con apoyo de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihiti, anteriormente llamado Conahcyt – https://farosagroecologicos.ciad.mx/).
La producción de bioinsumos comunitarios permite a la agricultura adaptar las formulaciones a sus condiciones locales, reducir costos y disminuir la dependencia de insumos externos. En México, esta iniciativa ha sido respaldada por instituciones académicas y de investigación, como la Secihti, que financia proyectos de validación científica y formación técnica en torno a estos insumos.
El uso de compostas, lixiviados mineralizados y microorganismos específicos ha demostrado ser eficaz en la descomposición de materia orgánica, la fijación de nitrógeno y la mejora de la estructura y fertilidad del suelo. Estas prácticas elevan la actividad enzimática y promueven una mayor biodiversidad microbiana, fortaleciendo la resiliencia edáfica (Faros Agroecológicos, 2024). Además, se ha documentado que los biofertilizantes pueden incrementar la capacidad de almacenamiento de carbono en el suelo, mejorando su salud y fertilidad (Bullor et al., 2023). En ciertas experiencias se ha reportado un aumento de hasta un 30% en la productividad de cultivos básicos cuando se combinan prácticas agroecológicas que involucran estos bioinsumos (Aguirre-Medina, 2004).
A nivel internacional, experiencias exitosas en países como Cuba, Brasil, Colombia e India demuestran el impacto positivo de los bioinsumos producidos localmente. En México, programas como “Producción para el bienestar”, actualmente “Cosechando soberanía”, ambos gestionados por la Sader, y el proyecto Faros Agroecológicos del CIAD, han promovido el uso de microorganismos eficientes y bioinsumos comunitarios como parte de una estrategia nacional de soberanía alimentaria. En Brasil, las “biofábricas comunitarias” se han institucionalizado mediante políticas públicas que reconocen el derecho de las comunidades a elaborar sus propios insumos agrícolas (Goulet et al., 2024).
No obstante, persisten desafíos importantes, como la ausencia de normativas diferenciadas que reconozcan la especificidad de los bioinsumos comunitarios, la escasa infraestructura para su validación técnica y la limitada articulación entre saberes locales y científicos, lo que dificulta su escalamiento. Superar estos retos requiere establecer marcos regulatorios incluyentes, fortalecer la investigación participativa y fomentar redes de intercambio de experiencias y tecnologías.
Los bioinsumos comunitarios constituyen una estrategia efectiva, validada científicamente, para avanzar hacia una agricultura regenerativa. Su impacto trasciende los rendimientos agrícolas al contribuir a la restauración ecológica, la resiliencia comunitaria y la construcción de sistemas agroalimentarios más justos y sostenibles.
Bibliografía
Aguirre-Medina, J. F. (2004). Biofertilizantes microbianos: antecedentes del programa y resultados de validación en México. Simposio de biofertilización “La biofertilización como tecnología sostenible”. Memoria del Simposio de Biofertilización. Inifap Campo Experimental Río Bravo, Tamaulipas.
Bullor, L., Braude, H., Monzón, J., Cotes-Prado, A. M., Casavola, V., Carbajal-Morón., N. y Risopoulos, J. (2023). Bioinsumos: oportunidades de inversión en América Latina. Direcciones de inversión, No. 9. Roma, FAO. https://doi.org/10.4060/cc9060es.
Chávez-Díaz, I. F., Zelaya-Molina, L. X., Cruz-Cárdenas, C. I., Rojas-Anaya, E., Ruiz-Ramírez, S. y De los Santos-Villalobos, S. (2020). Consideraciones sobre el uso de biofertilizantes como alternativa agro-biotecnológica sostenible para la seguridad alimentaria en México. Revista mexicana de ciencias agrícolas, 11(6), 1423-1436. Epub 11 de octubre 2021: //doi.org/10.29312/remexca.v11i6.2492.
Faros agroecológicos (2024). Bioinsumos en la agricultura agroecológica: una visión general de su importancia y tipos. https://farosagroecologicos.ciad.mx/bioinsumos-agricultura-agroecologica-vision-general-importancia-tipos/?utm_source=chatgpt.com. Consultado 19/05/2025.
Grageda-Cabrera, O. A., Díaz-Franco, A., Peña-Cabriales, J. y Vera-Nuñez, J. (2012). Impacto de los biofertilizantes en la agricultura. Rev. Mex. Cienc. Agríc., 3(6): 1261-1274.
Goulet, F., Guerrero-Poveda, D., Odjo, S. (2024). Las biofábricas, nuevos modelos de producción y acceso a los insumos agrícolas en América Latina. Montpellier, Cirad, Perspective, 64. https://doi.org/10.19182/perspective/37600.
Kumar, A., Bahadur, I., Maurya, B. R., Raghuwanshi, R., Meena, V. S., Singh, D. K. y Dixit, J. (2015). Does a plant growth-promoting rhizobacteria enhance agricultural sustainability? J. Pure Appl. Microbiol., 9(1): 715-724.
Rosset, P y Altieri, M. (2018). Agroecología: ciencia y política. Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología.
SADER, 2020. https://www.gob.mx/agricultura/acciones-y-programas/programa-produccion-para-el-bienestar-2025.
Citación sugerida:
Vargas-Arispuro I., Soto-Landeros F., Trejo-Ibarra O., Vindiola-Torres I., Araujo-Benrd N. y Martínez-Téllez MA. (2025). Los bioinsumos comunitarios: herramienta clave para la transición agroecológica. Oficina de Prensa. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD). https://www.ciad.mx/los-bioinsumos-comunitarios-herramienta-clave-para-la-transicion-agroecologica/↗
Autoras(es): Irasema Vargas Arispuro y Miguel Ángel Martínez Téllez, investigadoras(es) del CIAD; Federico Soto Landeros, académico del Instituto Tecnológico Superior de Guasave, y Oneyda Trejo Ibarra, Ingrid Vindiola Torres y Nathali Araujo Benard, estudiantes del posgrado en ciencias del CIAD.