Huertos escolares y su importancia para la niñez
La implementación de huertos escolares es una técnica pedagógica que da oportunidad a escolares de primaria, docentes, estudiantes de posgrado e investigadores(as) de trabajar con la naturaleza y aprender del cuidado del medio ambiente de manera sostenible.
Para ello se utilizan las biomasas residuales con el fin de elaborar biofertilizantes y plaguicidas; las semillas y plantas se obtienen de mercados o agrícolas y el agua se regula de manera precisa con sistemas de goteo por gravedad.
A las y los niños se les permite conocer cómo se produce su hortaliza desde la semilla hasta la cosecha, lo que genera un conocimiento que no se obtiene en el aula y que se retiene de por vida.
Es esencial que la niñez aprenda sobre el respeto y responsabilidad que necesita la naturaleza a través de los huertos escolares con la interacción con otras especies (Santiz, 2018; Ramírez y Lino, 2023). El principal objetivo del uso de huertos escolares es que las y los niños se interesen y aprendan sobre cultivos y consumo de verduras y frutas, así como conocer distintas hierbas aromáticas, lo cual les incentiva a comer saludable (Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, 2018).
El huerto escolar agroecológico puede ser establecido en un pequeño terreno dentro de las instalaciones de las escuelas primarias, con suficiente espacio libre para poder llevar a cabo todas las actividades (Ludeña y Domínguez, 2013). Esto permite tener un espació de aprendizaje y relajación espiritual, donde se genera un aprendizaje incluyente.

Figura 1. Huerto establecido en una primaria en Culiacán, Sinaloa, México.
En relación con las actividades de vinculación y divulgación de conocimiento científico y tecnológico que desarrolla el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), Miguel Ángel Angulo Escalante, investigador de la subsede Culiacán, tuvo la oportunidad de visitar primarias en el municipio de Culiacán, Sinaloa, para fortalecer la importancia de los huertos escolares y la producción de alimentos a bajo nivel.
Esta clase de actividades, al realizarse al aire libre, son benéficas para la salud de las y los niños, así como del personal de apoyo docente. Las y los escolares se encargan del cuidado y mantenimiento del huerto, propiciando un ambiente de aprendizaje empírico, integrando asignaturas como ciencia (etapas de crecimiento) y arte (dibujo de flores o frutos). Por su parte, las y los docentes e instructores e instructoras tienen el papel de planear y diseñar el huerto, así como de guiar a sus alumnos y alumans durante la siembra, crecimiento y cosecha de las hortalizas (Armienta Moreno y otros, 2019).
Los huertos escolares son sitios en donde los niños y niñas se sienten en un ambiente seguro, realizan actividades lúdicas y al mismo tiempo explorar el mundo natural.

Figura 2. Huerto escolar.
Por todo ello, es importante que investigadores(as), agricultores(as) y trabajadores(as) agrícolas se interesen en participar en esta clase de actividades en sus comunidades, con el fin de fortalecer en las y los niños habilidades que les serán útiles durante su formación académica.
Referencias
Ludeña, N. y Domínguez, R. (2013). El huerto escolar como herramienta pedagógica en el proceso de aprendizaje significativo.
Sántiz, G. (2018). El huerto escolar, oportunidad para fortalecer el trabajo colaborativo y la integración entre los estudiantes de escuelas primarias. (Tesis de maestría) El Colegio de la Frontera Sur, San Cristóbal de Las Casas, México.
Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (2018). Huertos escolares, enseñanza y alimentación. Gobierno de México. https://www.gob.mx/agricultura/es/articulos/huertos-escolares-ensenanza-y-alimentacion.
Armienta Moreno, D. E., Charles, K., G. Ferguson, B. y Saldívar Moreno, A. (2019). Huertos escolares como espacios para el cultivo de relaciones. SciELO Analytics, 1665-2673.
Ramírez, X. M. B. y Lino, R. X. G. (2023). El huerto escolar como estrategia pedagógica para cuidar la naturaleza en educación inicial. Warisata-Revista de Educación,5(15): 22-37.
Autores(as): Miguel Ángel Angulo Escalante y Dulce Patricia Medina Rodelo investigadores(as); Libia Limón Castro, enlace de vinculación; y Víctor Manuel Rivera Castro, estudiante de doctorado en ciencias de la subsede Culiacán del CIAD.