Disculpe, hay una mosca en mi sopa
A simple vista, una mosca posada sobre nuestra comida puede parecer solo una molestia menor, pero desde el punto de vista científico y sanitario, puede representar un riesgo real para la salud. Estos insectos, que se encuentran en todo el mundo, son portadores de una gran variedad de microorganismos, incluyendo bacterias, virus y parásitos, que pueden ser transmitidos a los alimentos con tan solo segundos de contacto. Se considera a la mosca como posible transmisor de tifoidea, disentería, cólera y shigelosis paratifoidea.
¿Qué sucede cuando una mosca se posa sobre la comida?
Las moscas domésticas (Musca domestica) no solo vuelan: caminan sobre heces, basura, cadáveres de animales y desechos en descomposición, donde recogen patógenos en sus patas, alas y aparato bucal. Al aterrizar en la comida, transfieren estos patógenos mediante secreciones, heces microscópicas o simplemente por contacto físico.
Además, debido a que no pueden masticar, las moscas regurgitan una enzima digestiva sobre los alimentos para disolverlos y succionarlos en forma líquida. Este proceso libera aún más bacterias sobre la superficie del alimento. Según investigaciones científicas, las moscas pueden llegar a albergar en la superficie y en el interior de su organismo más de trescientas especies de bacterias incluyendo Salmonella, Escherichia coli y Shigella, todas causantes de enfermedades gastrointestinales. También existe evidencia de que pueden transmitir tifoidea, disentería, paratifoidea y cólera
¿Podemos darnos cuenta si una mosca contaminó nuestra comida?
En la mayoría de los casos no hay una forma práctica de saber si una mosca se ha posado en nuestros alimentos sin haberla visto. A diferencia de otros contaminantes, los patógenos que puede dejar una mosca no alteran visiblemente el aspecto, color o sabor del alimento. Es decir, un alimento contaminado por microorganismos provenientes de una mosca puede parecer completamente normal.
Si vemos a una mosca posarse sobre un alimento, especialmente si es húmedo, caliente o muy azucarado (como frutas, carnes cocidas, sopas o postres), lo más prudente es retirar la porción afectada o, si fue un contacto prolongado o repetido, desecharlo por completo.
Además de transportar bacterias y virus, las moscas también pueden depositar huevecillos sobre los alimentos, especialmente si estos permanecen expuestos durante mucho tiempo. Las moscas buscan superficies húmedas y ricas en nutrientes para poner sus huevos, como carnes cocidas, frutas maduras o alimentos en descomposición. Estos huevecillos son diminutos y casi invisibles al ojo humano, lo que hace muy difícil detectarlos a simple vista. Si una persona consume alimentos contaminados con huevecillos, en la mayoría de los casos estos serán destruidos por los ácidos del estómago; sin embargo, en condiciones específicas, pueden desarrollarse larvas en el tracto gastrointestinal. Los síntomas incluyen dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea y en algunos casos la presencia de larvas en las heces. Por eso, es fundamental evitar consumir alimentos que hayan estado mucho tiempo expuestos al aire libre, sobre todo si hubo presencia de moscas.
Consecuencias para la salud
Consumir alimentos contaminados por moscas puede provocar desde malestares gastrointestinales leves hasta infecciones graves. Algunas de las afecciones más comunes incluyen:
• Diarrea, náuseas y vómitos. Causados por bacterias como Salmonella y E. coli patogénica (no todas las variantes de E. coli lo son).
• Fiebre tifoidea y disentería. En regiones donde la higiene es deficiente.
• Infecciones parasitarias. Las teniasis, giardiasis o amebiasis, aunque menos frecuentes, pueden ser graves si no se tratan.
Los síntomas suelen presentarse entre seis y cuarenta y ocho horas después de la exposición, dependiendo del patógeno involucrado. En niños pequeños, adultos mayores o personas con el sistema inmunológico comprometido, el riesgo de complicaciones es mayor.
¿Qué hacer si sospechamos que la mosca nos contamino con parásitos o con bacterias patógenas?
Los parásitos intestinales que producen teniasis, giardiasis o amebiasis pueden pasar desapercibidos durante semanas o meses. Algunos síntomas que deben ponernos en alerta incluyen dolor o distensión abdominal persistente, diarrea crónica o alternancia con estreñimiento, pérdida de peso sin razón aparente, cansancio constante, picazón anal, especialmente por la noche (en caso de oxiuros), presencia de fragmentos parecidos a arroz en las heces, entre otros.
Si presentas alguno de estos síntomas, lo más recomendable es acudir a un médico y solicitar un examen coproparasitoscópico. Este análisis de laboratorio permite identificar la presencia de huevos o parásitos en las heces y determinar el tratamiento adecuado. Nunca se recomienda automedicarse, ya que los medicamentos antiparasitarios deben elegirse según el tipo específico de parásito identificado.
Por otro lado, las bacterias patógenas que producen diarrea, disentería o cólera, actúan más rápidamente y se deben controlar igual de rápido para evitar la deshidratación. Hay que acudir al médico inmediatamente.
Prevención
Para reducir el riesgo de que las moscas contaminen los alimentos mantén los alimentos tapados mientras se sirven o enfrían, limpia frecuentemente las superficies donde se preparan alimentos, no dejes basura orgánica expuesta en interiores o exteriores, y evita consumir alimentos que estuvieron al aire libre durante mucho tiempo sin protección.
Aunque una mosca sobre tu comida puede parecer un hecho trivial, la ciencia demuestra que puede ser un vehículo de enfermedades serias. La prevención, la higiene y la atención a los síntomas digestivos son clave para proteger nuestra salud y la de nuestra familia.
Edición y revisión: Gabriela Ramos Clamont Monfort, investigadora de la Coordinación de Ciencia de los Alimentos del CIAD