Cuando la belleza de la primavera conlleva a desafíos respiratorios: asma y rinitis alérgica
Las personas hemos llegado a normalizar ciertas enfermedades, dado que cada vez son más comunes en nuestro entorno. Tomando como punto de partida este hecho, nos permitiremos contarles sobre la rinitis y el asma alérgicas.
Es común escuchar frases como “todos en la casa somos alérgicos” o “en cuanto cambia el clima, comienza la estornudadera”. Estas expresiones forman parte del lenguaje cotidiano, especialmente en nuestra región, Hermosillo, Sonora. La rinitis y el asma alérgicas son enfermedades relacionadas con una respuesta agresiva del sistema inmune. Aunque existen formas no alérgicas de ambas afecciones, en esta nota nos enfocaremos en aquellas provocadas por los denominados “alérgenos”. Para comprender mejor estas enfermedades, comenzaremos con una breve explicación de la marcha alérgica. A partir de ahí, incorporaremos términos clave que enriquecerán la información y nos ayudarán a reflexionar sobre su verdadero origen, más allá de los cambios de clima.
Desde su nacimiento, el ser humano puede desarrollar ciertas enfermedades, ya que el factor hereditario juega un papel importante. Durante el crecimiento, pueden aparecer diversos padecimientos que forman parte de un proceso conocido como marcha alérgica o marcha atópica. Este término se refiere a la progresión de enfermedades alérgicas desde la infancia y nos indica que, desde bebés, pueden presentarse señales de que el sistema inmune reacciona de forma exagerada ante pequeños compuestos (alérgenos), provocando síntomas molestos. Algunos ejemplos de estos padecimientos incluyen el eczema, las alergias alimentarias y, por supuesto, nuestros protagonistas: la rinitis y el asma alérgicas. Además de las molestias que generan, estos padecimientos pueden representar un desafío para los padres y madres, ya que requieren visitas frecuentes a profesionales de la salud, pediatras, alergólogos(as), neumólogos(as) y otorrinolaringólogos(as), entre otros especialistas esenciales para el control y manejo de estas enfermedades.
¿En qué consisten la rinitis y el asma alérgicas?
De manera general, ambas son respuestas exageradas del sistema inmune en las vías respiratorias ante alérgenos. Mientras que la rinitis alérgica se caracteriza por congestión nasal, estornudos repetidos, secreciones nasales, picazón en la nariz, ojos, paladar, oídos y goteo postnasal, el asma alérgica se manifiesta con dificultad para respirar, opresión en el pecho, silbidos al respirar (sibilancias), tos persistente y sensación de ahogo, entre otros síntomas.
¿Por qué sucede esto? El sistema inmune está diseñado para reconocer y eliminar todo lo que considere extraño, lo cual es benéfico, ya que protege al organismo de bacterias, virus, parásitos y otros agentes dañinos. Sin embargo, en personas con predisposición a la rinitis alérgica y al asma alérgica, el sistema inmune reacciona de manera exagerada ante alérgenos como el polen o la caspa de perro y gatos. Cuando esto sucede, el sistema inmune identifica estos alérgenos como una amenaza y activa una respuesta intensa de alergia tipo I (inflamatoria) a expensas de la inmunoglobulina E (IgE) que, al unirse a cierto tipo de células especializadas (células cebadas, eosinófilos y basófilos), liberan mediadores químicos causantes de los síntomas clínicos en los correspondientes órganos de choque, que en este caso serían vías respiratorias. Además, genera memoria inmunológica, lo que significa que, si el mismo alérgeno vuelve a presentarse, la reacción será recurrente o crónica.
Esta reacción inmunológica y clínica dependerá de los alérgenos involucrados en el proceso de sensibilización alérgica; si son solamente pólenes, el cuadro clínico habitualmente se exacerbará en la época de primavera, esto por incremento de los pólenes en el ambiente que se respira. Si la sensibilización además de los pólenes también se tiene para algunos de los alérgenos a los que está expuesto todo el año, como los ácaros del polvo o caspa de animales como gato y perro, los síntomas se podrán presentar durante casi todo el año, en forma persistente o recurrente, pero los pólenes seguirán siendo de riesgo para exacerbar sus síntomas en la época de polinización.
Con los cambios de las estaciones del año, la vegetación de nuestra localidad experimenta transformaciones; en particular, la primavera es una temporada que nos brinda la belleza de las flores en su máximo esplendor, pero también es la época en la que se incrementan los síntomas de estas enfermedades. Esto se debe a la mayor generación de polen, que es un alérgeno clásico y predilecto del sistema inmune. ¿Información novedosa? Seguramente ya lo sabías, pero es importante complementar esto con datos adicionales.
En nuestra ciudad existen plantas consideradas alergénicas, como el mezquite, el palo verde, las malezas y los pastos. Estas plantas dispersan su polen principalmente a través del viento, el cual es capaz de viajar kilómetros hasta llegar a nuestra nariz. Aunque la vegetación es necesaria para limpiar el aire, hay que señalar que, para bien o para mal, muchas de estas plantas son nativas de la región.
Hablando del aire, otro factor importante es la contaminación. Es cada vez más común despertar y ver el cielo con un tono café debido a la contaminación ambiental generada por polvo y los gases contaminantes de los vehículos y otras actividades comerciales. Esta contaminación, especialmente las partículas finas conocidas como “material particulado”, ha demostrado aumentar la severidad de enfermedades respiratorias como la rinitis y el asma alérgicas. El sistema inmune está constantemente evaluando: ¿cómo actúo?, ¿quiénes son los enemigos? Cuando no puede identificar adecuadamente las amenazas, se activa de forma exagerada.
Hablemos sobre la inflamación
No podemos modificar nuestros antecedentes genéticos, ni cambiarnos de ciudad, mucho menos cortar los beneficiosos árboles, lo que sí podemos modificar para ayudar a nuestro sistema inmune es nuestro estado de nutrición activándonos físicamente y mejorando nuestra alimentación.
Para explicar este punto, hablemos de la inflamación. En términos generales, la inflamación es un mecanismo de defensa que crea un entorno favorable para que el sistema inmune trabaje de manera eficiente. Un ejemplo claro ocurre cuando nos encajamos una astilla: el sistema inmune desencadena una respuesta inflamatoria para eliminar los microbios que pudieron haber ingresado al atravesar la piel. Sin embargo, no todas las inflamaciones son benéficas. Existe un tipo conocido como inflamación crónica de bajo grado, que afecta a todo el organismo y está estrechamente relacionada con enfermedades como la obesidad, la diabetes y la hipertensión, entre otras. ¿Por qué es importante entender esto? Porque una mala alimentación y un estado nutricional deficiente pueden promover este tipo de inflamación no deseada.
De hecho, la inflamación crónica de bajo grado puede agravar los síntomas de enfermedades inflamatorias con componente alérgico, como la rinitis y el asma alérgicas. Definitivamente, incluir en nuestra dieta frutas y verduras frescas (como el brócoli, ajo, cebolla, pimientos y fresas, que son ricos en vitamina C, y aceites y grasas, presentes en pescados, chía, nueces y aguacate, así como mantener una hidratación constante con agua natural e incluir en nuestros platillos especias como el orégano y el jengibre, entre otras, puede beneficiar tanto a nuestro organismo como a nuestro sistema inmune.
En el laboratorio de Nutrición Molecular del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) estamos evaluando la exposición a factores alergénicos, dieta, estilo de vida, estado nutricional y salud, y su asociación con la rinitis y el asma alérgicas en escolares de Hermosillo, Sonora. Nuestro objetivo es desarrollar estrategias y recomendaciones más integrales para el tratamiento y la prevención de los síntomas de estas enfermedades. Esperamos que esta información ayude a comprender mejor estas dos enfermedades, que, aunque se han vuelto cotidianas, no deben ser subestimadas. Es fundamental tratarlas de manera adecuada y siempre bajo la supervisión de especialistas. Aunque aún queda camino por recorrer, seguimos avanzando.
Autores(as): Héctor Daniel Parra Sánchez y Silvia Yolanda Moya Camarena, investigadores(as) de la Coordinación de Nutrición del CIAD, y Eleazar Mancilla Hernández, investigador del Centro de Investigación en el Área de la Salud, A.C.